XII Congreso Internacional de la Pastoral Penitenziaria Catòlica

 

Pastoral Penitenziaria – La mision de la Iglesia 

Roma 7 de Semtiembre de 2007-10-09

 

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Deseo, en primer lugar, saludar respetuosamente a todos los participantes en este XII Congreso Mundial de Pastoral Penitenziaria Católica. Les expreso igualmente mi alegria por encontrarme aquì, en medio de tyodos ustedes, obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y fieles cristianos laicos que hacen concreta y tangibile la misericordia y la compasión del Buen samaritano entre todos aquellos que componen el mundo penitenziario. Sì, Ustedes con su compromiso cristiano representan el rostro de la Iglesia, una Iglesia que quiete ser madre y servidora de todos, specialmente de los más debiles. Una Iglesia samaritana que se a cerca a sus hijos heridos por el dolor y la necesidad, hambrientos de justicia, de paz y de misericordia.

 

La misiòn de la Iglesia y el mundo penitenziario

 

El mayor servicio que la Iglesia ofrece a los hombres y mujeres de todos los tiempos, de todas las latitudes y en todas circunstancias, es el de evangelizarlos.

La Ehortación apostólica Evangelii nuntiandi, afirma que la evangelización es para la Iglesia “su dicha y vocación propia…su identidad más profonda. Ella esiste para evangelizar”, para provocar el encuentro del ombre con Cristo, su cometido fundamental es, en efecto, “dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo, ayudar a todos los hombres a tener familiaridad con la profundidad de la Redención, que se realizza en Cristo Jesùs”

 

Evangelizar es la prioridad suprema de la Iglesia. La necesidad más profonda del alma humana es buscar a Dios. Ustedes en las cárceles, en primiera lìnea, han palpado esta urgente necesidad, quieren despertarla y proponer caminos para satisfacerla, convencidos de que no e salgo imposible de lograr, porque Dios se ha hecho ombre, ha venido al mundo para que los hombres que lo buscan lo puedan encontrar. Porque Jesucristo, como ha afirmado Juan Pablo II en el Jubileo del ano 2000, sale sempre al encuentro del ombre, de todo ombre, cualquiera que sea su situación.

Los agentes de pastoral penitenziaria tienen la gran misión de ser instrumentos que preparen el terreno para que se dé este encuentro. A ello estàn dirigidas todas sus actividades pastorales, porque ser y vivir como cristianos no nace de una buena intenciòn o de una gran idea, sino del encuentro con una Persona, Jesucristo, encuentro que a todos, particularmente a quienes se encuentran en situaciones de dificultad, conduce a creer en el amor. Es esta la ispiración de fondo, el mandamento nuevo del amor , que debe motivar toda accción al servicio de los demàs, es esta experiencia la que representerà la prueba fehaciente de que los agentes pastorales han tenido una verdadera experiencia de encuentro con Dio, en Jesucristo. Sólo así no se perderà la ruta hacia la cual deben dirigirse todas sus actividades en las prisones, es decir, a provocar el encuentro personal de cada prisionero con Jesucristo, camino de libertad plena para todos. Junto con esta altissima misión de hacer que los hombres y mujeres en las carceles se encuentren con Dios. Ustedes tienen a la vez la oportunidad y la gracia de encoontrar a Dios en los hombres y mujeres de la carceles, de evangelizar y de ser evangelizados.

 

El eje cemtral de la evangelizaciòn : la fidelidad.

 

La evangelización tiene un eje central : la fidelidad. Fidelidad al mensaje de salvación que se anuncia y fidelidad a los hombres y mujeres a los que se ha de transmitir intacto y vivo; no manipulado, no desgastado, no reducido, a nada ni a nadie sometido. Mantenendo esta fidelidad, los agentes de la pastoral penitenziaria deberán buscar y encontrar los medios para transmitir el Mensaje de salvación a quienes viven en las prisones.

El primero de estos medios será el del testimonio. Un testimonio de vida coherente con el mensaje de Cristo que se predica en las prisones, debe acompañar sempre el anuncio esplicito, para despertar la inquietitud por Cristo de quienes ven y escuchan, porque “la caridad de las obras corrobora la caridad de la palabras”.

Tengan la certezza de que su labor pastoral entre los encarcelados es importantissima para la vida y mision de la Iglesia, “el testimonio evangelico, al que el mundo es màs sensibile, es el de la atención a las personas  y el de la caridad para cn los pobres y los pequenos, con los que sufren. La gratuidad de esta actitud y de esta acciones, que contrastan profondamente con el egoismo presente en el ombre, hace surgir unas preguntas precisas que orientan hacia Dios y el Evangelio”. El lenguaje que mejor entiende y motiva más al hombre de hoy es el del servicio specialmente el que se ofrece a los màs debiles. . La opciòn preferencial por los pobres ha sido y continua siendo vital para la misión de la Iglesia, porque la pone a prueba y la fortalece, y tambièn porque servir y promover a los pobres significa crecer en humanidad. La predicación evangelica, acompañada de su testimonio, es semilla de justicia, de paz y de misericordia, que con la gracia de Dios,  germina siempre, producendo frutos de verdadera liberación, no obstante la maleza que la rodea.

 

Evangelizar indica un proceso, un camino ininterrumpido por recorrer, camino de renovación interior, de continua conversión personal, de liberación auténtica, camino que necessariamente evita las ideologìas y las alianzas polìticas de parte. El evangelizador de la prisones debe ser un fervente cultivador de la verdad, porque es la verdad la que hace libres. La ideologìa es contraria a la verdad, de aquì un punto de vital importancia para el agente de pastoral, para el discìpulo de aquel que nos riveló como Camino, Verdad y Vida. El evangelizador del mundo penitenciario, por fidelidad a la verdad del mensaje que anuncia y por fidelidad a quienes lo anuncia, debe estar libre de ideologias de cualquier color, de izquierdas o de derechas, de las que quieren callar la denuncia o de las que buscan silenciar el anuncio ; las ideologias siempre fomentan el odioy la divisiòn, enconan las heridas en lugar de sanarlas. La sabidurìa evangélica ensena claramente lo que la experiencia humana comprueba siempre, que la violencia no puede sino generar violencia, nunca justicia, ni paz, ni reconciliación. Sería una grave contradicción combatir las situaciones injustas que denunciamos con las mismas armas que utilizan quienes las provocan, sería disastroso que aquellos que son identificados como instrumentos de paz, predicadores de reconciliación, quisieran vencer la violencia recurriendo a ella, acabar con la marginación marginando, luchar contra la corrupción corrompendo.

 

La pastoral penitenziaria, pastoral de la misericordia.

 

Las sagradas Escrituras, specialmente los Evangelios, nos confirman que la Misericordia es absolutamente necessaria para ser seguidores de Jesùs, porque el Senor no la recomienda o aconseja. El Senor la manda: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc, 6,36). Para que sea autentica misericordia ha de practicarse sin distinción depersonas, a semejanza del Padre celestial. Esta virtud debe estar particularmente presente entre los miembros de las pastoral penitenciaria, como un signo de contradicción en una sociedad que ve a la misericordia como una debilidad, que busca expulsar de su vida la benevolencia y la compasión, que excluye y se olvida de quienes han fallado y los considera indignos de seguir formando parte de ella. Una sociedad que, sin embargo, no està carente de responsabilidad frente a quienes han cometido un delito. Quien se encuentra en prisón descontando una pena “ha nacido y crecido en una sociedad, en la que se ha formado y de la cual ha tenido las posibilidades concretas para su vivir y actuar. Su comportamiento es también un fracaso de la sociedad, no sin responsabilidades compartidas, en el generar o conservar lógicas y estructuras insolidarias o inadecuadas para el bien común, en el consentir de hecho modelos y estilos de vida que facilitan o al menos consienten profundas deformaciones interiores y comportamientos desviados”. Sólo por citar un ejemplo, una de las causas por las cuales muchos hombres y mujeres jóvenes se encuentrasn en prison es el comercio y consumo de drogas. Esto tiene otras causas de fondo, entre ellas la pobreza, la disgregación de la familia, la cultura hedonista que nos rodea, el fomento del culto al poder y el aparecer. Muchos de los hombres y mujeres que viven privados de libertad han tenido menos oportunidades en la vida, carentes de educación, de una failia integrata, de medios económicos suficientes para una vida digna, circustancias que no cancelan su responsabilidad personal, pero sì la disminuyen.

 

 

El rostro de Cristo, luz que ilumina el servicio de la Pastoral Penitenciaria

 

 

Sólo con la luz de la fe cristiana podemos descubrir al Dios escondido en la carne maltratada y en el corazón contrito de los hombres y mujeres que sufren en las prisiones y contemplar el Rostro de Cristo en cada uno de los encarcelados. Es a la luz de este Rostro que surgen nuevos horizontes y se fortalece la esperanza para quienes están comprometidos en servir a la gente del mundo penitenciario, en las múltiples y complejas áreas que abarca este servicio pastoral:

 

-         En la defensa de los derechos humanos de los encarcelados

 

Uno de los desafios más urgentes de la pastoral penitenciasria es la defensa de los derechos humanos de la personas privadas de su libertad, esta es una obra de misericordia de vital importancia. La violación de los derechos humanos en las prisiones provoca mayor marginación, exclusión y sufrimiento. La primera pobreza es cuando los derechos humanos no son respetados. Uno de los casos màs evidentes de pobreza, en este sentido, es cuando la vida de una persona humana es suprimida. La Iglesia cree y proclama que los derechos humanos son universales, inviolables e inalienables, que deben ser protegidos, no individualmente sino en su totalidad, que debemos de trabajar para superar la distancia entre la letra y el espiritu d los derechos humanos.

La defensa y promoción de los derechos fundamentales de la persona humana forma parte de la misión pastoral de la Iglesia, comenzando por el derecho a la vida. Reitero aquì, una vez màs, la posición de rechazo a la pena de muerte y el apoyo a las iniciativas que tienen como objetivo defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural. La pena de muerte empobrece a la sociedad que la legitima y comete, porque corre graves peligros, como el de castigar a personas inocentes, fomentar la venganza antes que la auténtica justicia social. La pena de muerte es una ofensa clara de la inviolabilidad de la vida humana y, para quienes creemos en el Dios de la vida y de la misericordia, representa un desprecio de la ensenanza evangelica del perdon. No se puede castigar un crimen con otro crimen, la pena de muerte no hace justicia a las victimas, y afirma un principio gravisimo, es decir, que “en ciertos casos la vida humana puede ser deliberadamente suprimida, a juicio de quien tiene el poder politico necesario para decidir cuando y por qué...la vida de una persona se confia al juicio y a la decisión de alguien. La pena de muerte se quiere justificar en nombre del bien comun, un bien que no ha sido tutelado. Y precisamente quien no ha sabido o no ha podido tutelarlo, declara querer hacerlo suprimiendo la vida de una persona culpable (declarandose así inocente), y renunciando, precisamente, con esta decisión a perseguir el bien comun, que necesariamente incluye el bien de la persona condenada. Se quiere resolver la peligrosidad social del culpable suprimiendo su vida, sin prever a ello con otras medidas posibles. Debemos preguntarnos: Existe un peligro social mayor que el de poder suprimir la vida de una persona?

 

-         En la busqueda de alternativas

 

La Iglesia con su servicio pastoral al mundo, del que la realidad carcelaria forma parte, ofrece un punto de referencia moral para la formación de las conciencias, para la renovaciòn moral de la sociedad y de sus estructuras. El cristiano, a la luz del Rostro de Cristo, confinado en las prisiones, debe sentirse impulsado por la misericordia a trabajar en su servicio, haciendo todo lo que deba y pueda para cambiar la situación inhumana en que viven la mayorìa de los encarcelados.

Los agentes que evangelizan el mundo de las cárceles deben impulsa y colaborar en todas aquellas iniciativas que favorezcan la renovación del sistema penitenciario, con creatividad y esperanza impulsarl para que éste busque alternativas a la reclusión, evite que las penas sean desproporcionadas al delito cometido y a las circustiancias del encarcelado o detenido. Por otra parte, si bien es cierto que a la pastoral penitenciaria como institución de la Iglesia no le compete declarar culpables o inocentes, formular la leyes, administar la justicia en una sociedad, si tiene el derecho y el deber de denunciar todas aquellas situaciones que lesionan la dignidad de la persona humana, de proponer el Evangelio y los principios de su doctrina social para colaborar en la formación de las conciencias de quienes tienen la obligación de administrar la justicia, incluidas las autoridades y guardias carcelarios, promover la reflexión sobre el sentido de las penas, abrir horizontes a iniciativas que vuelvan más humano el sistema penitenciario, apelar a la conciencia de la sociedad y de sus instituciones. La Iglesia debe unir fuerzas con las demás instituciones de la sociedad para fomentar y fortalecer medidas para le prevenciòn del delito y para le reinserción en la sociedad de quienes salen de la prisiones. Los agentes de la pastoral penitenciaria pueden realizar y realizan en este campo una labor encomiable;

 

-         En todas las situaciones que encuentran.

 

Existen situaciones que requieren una mayor reflexión, y que se han tratado ampliamente y deberàn seguirse tratando, siempre a la luz del Evangelio. Me refiero brevemente a algunas de estas situaciones:

-         La atención y cuidado de las victimas del delito. Estas han sufrido a causa de los errores de otros, una especial atención se les debe brindar también a ellas, para evitar que se hundan en la tristeza, la desesperanza o el deseo de venganza. Cuando han sido objeto de un mal reparable, en justicia se debe reparar, pero siempre a la luz de la misericordia de Dios que abre horizontes para el perdón, la reconciliación y la pacificación. En el compromiso de la pastoral penitenciaria no deben ser olvidadas.

-         La denuncia profética de toda clase de tortura en las prisones. Una sociedad que se considere civilizada, democràtica y moderna debe hace todo lo posible por cancelar todo tipo de pràcticas que degradan fisica y moralmente a las personas en prisión.

-         El cuidado de las familias de los detenidos, porque éstas generalmente se convierten en otras personas castigadas, y con frequencia soporan un peso mayor que la condena que sus familiares cumplen privados de su libertad fisica. Las mujeres, especiamente las madres de familia deben solas velar por el sustento y la educación de los hijos. Ellos son, con mucha frequencia, los miembros màs vulnerables en el amplio espectro del mundo penitenciario. La pastoral penitenciaria catolica, y la Iglesia toda, tiene un desafio muy importante en implementar una pastoral familiar para los miembros de las familias en condiciones particularmente vulnerables. Las comunidades parroquiales, particularmente aquellas a las que partenecen estas familias, deben implicarse para aliviar, con la caridad de los miembros de la comunidad, las necesidades de la familias de los prisioneros. La primera acción será la de evitar cualquier marginación.

-         La concienciaciòn de la sociedad. La sociedad no puede cerrar los ojos, no puede ser indiferente ante la realidad penitenciaria, si bien es cierto que cada uno es responsable de sus actos, es también cierto que a la sociedad le corresponde parte de la responsabilidad, y en base a esa responsabilidad ella debe ponerse en movimiento para remediar o prevenir el delito. Una sociedad que simplemente identifica al culpable y lo condena, evita cuestionarse a sì misma, sus criterios, estilos de vida, opciones y estructuras.

 

 

 

La Pastoral Penitenciaria, una misiòn eclesial

 

Soy consciente de que el servicio pastoral de la Iglesia en las prisiones es muy amplio y abarca diversas áreas y sectores, me he limitado a mencionar sólo algunos. Quiero ahora, antes de terminar, subrayar algo que me parece muy importante, basado en lo que hasta aquí he propuesto para la reflexion sobre el tema que me han asignado. Se trata de la identitad de la Comisión Internaciónal y de las Comisiones Nacionales de Pastoral Penitenciaria Católicas.

Cada Comisión de pastoral se organiza y estructura de acuerdo a su realidad concreta, lo importante es no olvidar que el servicio en las carceles es un trabajo de Iglesia. La Comisión Internacional de Pastoral Penitanciaria Catòlica es una ONG oficialmente reconocida, pero su identidad eclesial es importantisima, a partir de ella se entiende lo que hace, cómo lo hace y por qué lo hace. A partir de su identidad eclesial se formulan los programas, los medios y los tiempos de sus actividades. A partir de su identidad eclesial entiende y realiza mejor también la colaboración con otras organizaciones de otras religiones que trabajan a favor d elos encarcelados. El ecumenismo en el marco del servicio a los encarcelados es un tema que requiere una refflexión amplia y profunda.

La identidad eclesial de la pastoral penitenciaria requiere la fidelidad a Dios y al hombre en la Iglesia. La comunión es a la vez el horizonte y la fuente de energia para realizar los planes de Dios a favor del hombre, la restauraciòn de su diseno de amor por los hombres en los ambientes carcelarios. El principal servicio es anunciar el evangelio de la dignidad del hombre, revelar el hombre al hombre mismo, esto se realiza sòlo a la luz de Cristo en la Iglesia. El lema de la Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria Catòlica, habla por sí solo: Vinculum unitatis. Todas las actividades y servicios que se realizan en este campo, y en todos los campos de la pastoral de la Iglesia, serán fecundos si se hacen en unidad, si se realizan en comunión. Asì, el sacerdote que sirve a sus hermanos y hermanas en dificultad, no las sirve a titulo personal, es un apóstol, un enviado por su Obispo, y el Obispo, como primer responsable de su comunidad, quiere con la colaboración de sus sacerdotes, cuidar de quienes Dios le ha confiado. Entre quienes le ha confiado no exclusiva, pero sì preferencialmente están los pobres, los màs débiles, y entre estos se encuentran los encarcelados.

El trabajo que Ustedes realizan en las prisiones es de los más exigentes, cada uno de los agentes pastorales penitenciarios se enfrenta a retos y desafios enormes que no deben ni pueden afrontan solos y desarmados, de aquì que es necesario estar insertados en una comunidad eclesial y en un proceso de formaciòn integral permanente.

Les deseo un fecundo trabajo de oración, estudio y convivencia en estos dìas del Congreso, a la vez que les expreso mi admiración y agradecimiento por su compromiso de servir a Cristo en las prisiones.

 

Gracias

 

Renato Raffaele Cardenal Martino

Presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”